Hace unos años, cuando era la compañía de los nuevos sueños, cada idea de Google era considerada una fiesta. Ahora que la acusan de ser el 'Gran Hermano' que todo lo vigila, cada vez tiene más problemas judiciales. Hoy se enfrenta a unas 60 investigaciones penales o administrativas en todo el mundo, de las que casi la mitad están relacionadas con Street View, su servicio de mapas con imágenes reales de calles. La última de ellas, por manipular los resultados de las búsquedas en Texas. Decir de Google que le crecen los enanos es quedarse corto. Les han prohibido grabar en Grecia y Portugal y el gobierno checo ha frenado su trabajo... De entre todas sus pendencias, la de su sistema de navegación se presume la más espinosa: ahora los alemanes no quieren que el servicio de mapas en tres dimensiones retrate sus casas.
El sistema opera ya en más de 20 países desde 2007, España entre ellos, aunque haya pinchado en Alemania. Miles de ciudadanos germanos han hecho campaña para que sus ventanas no aparezcan en el servicio, que ya borra caras y matrículas de manera automática. No es suficiente. El gobierno de Merkel, después de un tira y afloja, ha forzado un periodo de reflexión para que cada cual pueda pixelar su edificio de la base de datos. Tienen hasta el 15 de noviembre para borrarse y es el único país en el que el buscador ofrece está opción. La ministra de Consumo alemana calcula que serán unas 200.000 fachadas pixeladas a demanda de sus dueños, aunque el número no da idea de la talla de la polémica, que también tiene su parte de choteo. La tentación de borrar al vecino molesto es grande, irresistible para los hinchas del Borussia, que han solicitado tachar el estadio del Schalke. La razón: «Es feo».
El tema tiene mucho más calado que la mera anécdota. La primera duda: cómo es posible que alguien se niegue a que fotografíen algo que todo el mundo puede ver desde la calle. Best Jens, consultor berlinés de 37 años, se hizo la misma pregunta y decidió convertirse en activista contra el pixelado. Desde que comenzó el goteo de ladrillos borrados, formó un grupo (al que ya se han unido doscientas personas) que se dedica a hacer fotos de las casas que los alemanes quieren ocultar y colgarlas en la web.
¿Cuál es la diferencia entre que un chino se pasee por la plaza Alexanderplatz de y tire una foto, a que la visite en Google Street View? Existen dos claves en la respuesta. La primera: Google es una empresa que se propone ganar dinero y que nadie sabe a ciencia cierta qué demonios va a hacer con la imagen. La segunda: que los alemanes son celosos de su privacidad. Mucho. El antropólogo de la Universidad de Munster Guido Sprenger plantea una tesis muy compartida: «Tienen mucho miedo de perder su intimidad, mucho más que en Inglaterra y Francia. Recuerdan vivamente la dictadura. Esta ansiedad había concentrado su atención sobre el Estado, aunque ahora la enfocan cada vez más hacia los proveedores comerciales», comenta el investigador en una entrevista.
Cuestión de intimidad
Queda la incógnita de si el propio Schmidt se ha aplicado el cuento, dado el lodozal jurídico en el que navega. Sus problemas comenzaron cuando en Alemania -y en los demás países, también España-, los coches que grababan las calles para incluir las imágenes en Street View también recogían datos de las redes wifi abiertas de los edificios, como si estás conectado a Telefónica o Ono y las páginas webs a las que has entrado. Agacharon la cabeza: admitieron haber tomado los datos «por error» y prometieron destruirlo todo.
En España, el asunto podría llevar al banquillo a la compañía. Un juzgado de Madrid ha requerido a la Agencia Española de Protección de Datos toda la documentación que posee sobre las grabaciones de redes wifi realizadas por Google para Street View y ha citado como imputados a los representantes legales de la empresa para que aclaren qué grabaron los extraños aparatos que portaban los techos de sus coches, además de las fachadas de la Castellana.
Fuente: laverdad
Fuente: laverdad
No hay comentarios:
Publicar un comentario